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¡Rusia! en Bilbao
Museo Guggenheim
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Las exposiciones de pintura no suelen ser un tema que me
apasione, sin duda, se debe a mis escasas nociones en este
arte. Pero todo cambia cuando se va bien guiada por un
familiar experto y entusiasta del arte ortodoxo y del
museo Ermitage de San Petersburgo. |
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Tampoco las salas de museo Guggenheim me apasionan,
si no fuese por las exposiciones temporales pensaría
que es el museo del absurdo: la escultura de Richard
Serra debe de ser tan minimalista que yo no llego a
entenderla, por no hablar del sacacorchos…
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Lo que si me gusta es el contraste de la arquitectura
exterior del museo con los demás edificios cercanos. Es tal el
contraste que te llena de sensaciones nuevas y todas
gratificantes, parece el envoltorio de un regalo que nunca
acabas de abrir.
Igual efecto produce, yo diría que mayor, el edificio
construido por el mismo arquitecto Gehry en Elciego (La Rioja
alavesa). Son más impactantes las sensaciones porque el
“envoltorio” es de colores y contrasta con las casas del
pueblo y la torre de la iglesia parece decirle: - ¡Yo estaba
antes y además soy más alta!. |
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Para visitar la exposición ¡RUSIA! había cola –la
mayoría extranjeros- pero después de tres horas de visita,
la gente se había esfumado y es que contemplar 300 obras
de arte, sin un solo banco donde apoyar las posaderas para
tomar un respiro entre cuadro y cuadro, puede ser
agotador.
Este museo y otros muchos que no disponen de bancos en
las salas no son aptos para mayores de 30 años. |
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Abrían la exposición los iconos ortodoxos, en principio
copia del arte bizantino. Toda la muestra rusa comprendía
desde el siglo XIII hasta la actualidad y solo la era de los
iconos ocupaba cinco siglos (del XIII al XVII). Al ver tanto
arte religioso creí que volvía a las Edades de Hombre a Ciudad
Rodrigo. |
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Poco a poco entre las explicaciones de mi guía-pariente
y la audio-guía me fui enterando y lo más importante
gustándome.
A la audio-guía le empecé a coger el “tranquillo” después
de un cuarto de hora o más de estar tocando todas las
teclas. |
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Dejando los iconos se pasaba a las colecciones reales.
Los zares fueron enriqueciendo la colección con
importantes obras, sobre todo Nicolas I que añadió obras
de arte españolas e italianas y el Ermitage pasó a ser
museo público en 1852.
Abundantes retratos de Pedro, el Grande y Catalina, la
Grande ocupaban la sala.
Dos cuadros sobresalían de los demás: uno de grandes
dimensiones de un paisaje marino con unas tonalidades
bellísimas y otro de “sirgadores del Volga” que me recordó
a los caminos de sirga del Canal de Castilla, allá en Alar
de Rey y Boadilla del Camino en Palencia. |
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La quinta sección de la muestra fueron obras de artistas
modernos de colecciones privadas rusas. Nunca había visto
juntas pinturas de Picasso, Matisse y Gaugin.
Y así hasta la sala octava y última con la caída de Stalin
que aportó un arte más abierto hacia Europa.
Después de este “baño en arte ruso” creo que el MOMA se me
queda pequeño.
.¡ES BROMA! |
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BRAVOS Y
MORRILLAZOS.
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UN BRAVO
por todas aquellas personas que a lo largo de este año
han homenajeado a ÁNGEL NUÑO. |
Este año se han
cumplido 100 años –todo un siglo- de la llegada de este
cura al valle de Mena.
Don ÁNGEL, como se le llama en Mena, nació en Soria en
1872, estudió en el seminario de Valladolid. Y con 34
años, en 1906, aterrizó en el valle de Mena del que ya
no se movió. Nada más llegar, restauró el tejado de la
iglesia, cuatro años después construyó la casa rectoral.
En el año 1923, la construcción de la carretera de
Vivanco a Cantonad con la ayuda económica de José María
Ruiz y José Unanue.
Fue arcipreste del valle y curiosamente este año el
arciprestado se ha ido a hacer puñetas, es decir, que ha
desaparecido. Ya no hay arcipreste en el valle. |
pincha |
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Pero lo mejor fue el
legado que nos dejó, su libro “El valle de Mena y sus
pueblos”. Se publicó en 1925 cuando ya llevaba 19 años en el
valle y al día de hoy y a buen seguro del de mañana nadie
le superara porque es una referencia histórica.
Curiosamente este libro no está en la biblioteca del valle. |
pincha |
Diez años antes de su muerte (1962) llegó al valle el
sacerdote D. Teodoro Múgica como coadjunto de don Angel
y dicen que le saludó diciendo:- Ya puede volver por
donde ha venido.
Hace seis años un viejete menés me dejó un cuadernillo
de 12 páginas que llevaba guardando desde el año 1945 y
que reflejaba el homenaje que rindió el valle a Ángel
Nuño García cuando ya tenía 73 años.
Después de llevar 56 años pisando suelo menés y
cumplidos los 90 decidió cambiar a la otra acera de la
vida.
Su libro en dos tomos “El valle de Mena y sus pueblos”
para mi es el vademécum menés.
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¡Bravo por don Ángel, por su
libro y por quienes se acuerdan de él y se enteran del
pasado del valle leyendo su libro!
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