En una puerta
vi una cola inmensa de gente y allí me coloqué,
Pensé: - ¿A
dónde va Vicente? Pues, donde va la gente.
Allí tenían
que ofrecer algo interesante. No todos iban a ser como
borregos que donde va uno van todos.
La manada de
personas bordeaba el interior del templo, pasaba por
un pasillo, llegaba a una pequeña capilla con un
retablo barroco de madera policromada y cuya parte
inferior, me fijé, tenía un tabernáculo vacío.
La cola avanzaba muy despacio y mientras por megafonía
se invitaba a los visitantes al silencio, lo cierto
que aquello parecía un gallinero, todos hablábamos de
los temas más diversos. |