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El Ordunte.
Alguien me dijo una vez, que para
contemplar la belleza de la Peña no hay que subir a sus cumbres, se
aprecia mejor desde el valle, y sin embargo, para conocer el Ordunte
hay que senderear hasta llegar a sus cimas. Y es una gran verdad.
Este cordón montañoso, en otros
tiempos, ha tenido que ser un auténtico vergel, aun hoy quedan
vaguadas con arroyos, robledales y hayedos que te hacen pensar que el
concepto tiempo no existe. |
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De la bondad de las laderas del
Ordunte el hombre ha abusado descaradamente a pesar de tener unas
Ordenanzas desde el siglo XVI. Desde las talas para carbón y para las
ferrerías hasta los continuos incendios para conseguir pastos.
Solo se han salvado las vaguadas
pronunciadas y húmedas.
Aun así contemplar el Ordunte desde el
encimar de Rozuelas o desde el monte Las Callejas sigue siendo algo
grandioso. |
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Caminar a media ladera,
desde El Zalama hasta Terreros, atravesando hayedos, robledales y un
sinfín de arroyos, es un placer que no hay palabras para describirlo.
Simplemente hay que dejarse llevar por los pies y el Ordunte te dejará
palpar su misticismo.
Puedes acabar agotado, sin agua, con
un calor asfixiante o una niebla que no te deja ver nada, o
acribillado a picaduras de tábanos o haber cogido la senda
equivocada... pero tiene algo, no sé lo que es, que a mi me atrae casi
más que La Peña. |
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Los topónimos con los que se
conocen las laderas y lomas del Ordunte siguen estando hoy, totalmente
vigentes. No deja de ser admirable como algún que otro ganadero y el
guarda forestal (Juan) conocen infinidad de nombres (topónimos) que
identifican zonas concretas.
Esto resulta más útil que un mapa a la
hora de localizar enclaves, por ejemplo: Para localizar el acebo de 2
metros 14 cm. de grosor de tronco te dicen “...en la ladera del
Ordunte (Baljerri) cerca de la cabaña caída de don Juanito”
O para localizar la cabaña de
Frechuras: “... a la izquierda del hayedo de
LEDO se
coge la senda que te lleva a la cabaña”
“...He visto el ganado de fulanito en
la fuente LA TABLA iban hacia
SALDUERO”
O LA CABAÑA LOS CARRANZANOS, EL HUERTO
DE LOS MOROS, LA CABAÑA DE LOS DE VILLANUEVA...
Es importante que estos topónimos no se pierdan porque son el reflejo
del pasado e indican la historia de esos lugares. Se han trasmitido de
generación en generación y oralmente.
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