El valle de Mena no solo ha
despertado del letargo invernal sino que respira inquietudes
políticas de cambio. Se acercan las elecciones municipales y
desde hace unos pocos años, el valle parece un hervidero de
urbanizaciones en construcción y los gastos en
infraestructuras para esos nuevos núcleos se disparan ( agua,
saneamiento, alcantarillado, recogida de basuras, alumbrado
público, aceras…)
¿Quién tiene que hacerse cargo de esto?
Las viviendas que se hacen parecen cajas de cerillas, eso
si a precios de lujo.
¿Repercuten favorablemente en el valle estas
urbanizaciones?
Este es un tema que comienza a preocupar. Y como este otros
muchos. Por lo que parece, y esto si que sorprende en un valle
donde somos muy pasivos, se presenta a las elecciones un nuevo
grupo, en principio, sin ideología política concreta sino muy
variopinta y sin siglas políticas.
Todo esto en un municipio donde el alcalde actual lleva 25
años en el cargo y ya es sabido que “sabe más el diablo por
viejo que por diablo”, donde solo hay dos partidos políticos
en el Consistorio y uno con mayoría. En un valle que es como
un islote de 258 kilómetros cuadrados con 105 núcleos de
población que no supera los 4000 habitantes y rodeados por
cántabros, vizcaínos, alaveses, losinos y montijanos.
Pocos vecinos para muchos pueblos y encima hacen
urbanizaciones nuevas y pabellones industriales en terrenos
recalificados como urbanos e industriales.
En la presentación de este nuevo grupo me sorprendió
escuchar varias veces la palabra “miedo” y he llegado a la
conclusión que cuando alguien lleva muchos años ejerciendo un
cargo acaba por crear un círculo y de sobra es sabido que un
círculo es cerrado. Dentro de ese círculo se cuecen muchos
asuntos donde hay gente que recibe favores que tarde o
temprano tienen que pagar.
Soy una persona que no entiende de política y siempre he
creído que votar a un partido es como ponerle puertas al
campo, pero creo que cuantas más voces se escuchen en el
Consistorio menés será mejor para todos y esta carpa de la
democracia respirará aires de cambio, hasta entonces CARPE
DIEM
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