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La fauna es tan diversa
como la flora en el Valle.
Podemos hablar del corzo, el
lobo, el jabalí, el zorro y así un largo etc. Como realmente se
disfruta de la fauna es observándola, casi siempre, por casualidad.
En estos días de invierno, los
milanos reales vuelan bajo. Y los buitres, allá en la Peña, se
preparan para el cortejo nupcial.
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Los que no andan muy tranquilos,
por estas fechas, son los jabalíes y los corzos. Los primeros porque
los cazadores tienen licencia para matar y los corzos porque los
perros al batir el monte para la caza del jabalí, los sacan de sus
hogares.
La liebre, la paloma y la becada
también están dentro de la licencia para matar.
Observar la fauna nunca ha
sido mi fuerte, siempre me pilla en fuera de juego, unas veces por
mi miopía , otras por mi despiste. Pero a base de constancia voy
mejorando.
Estos días ha nevado y al
caminar por “La Peluca”, un monte de Menamayor, salió una liebre
cerca de mis pies; mi perra mastina ¡Que ilusa, ha corrido detrás!
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Los que no me sorprenden son mis
“amigos de la mañana”. Por las mañanas al poner las migas de pan en
la piedra vienen mis amigos: dos petirrojos, un herrerillo común,
varios pinzones, aquí les llamamos chimbos como el jabón, carboneros
comunes, y los tordos que se aprovechan de su tamaño frente a los
demás pajarillos. Me esperan en las ramas desnudas de los nogales y
el fresno. En cuanto me alejo, el primero que baja es uno de los
petirrojos.
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En verano y principios de otoño,
prefieren otros manjares y las migas permanecen en la piedra hasta
el día siguiente.
Al vivir cerca del río, he
educado mis ojos para ver al mirlo acuático, al martín pescador, la
polla de agua, aquí le llamamos “gallinita”, alguna que otra culebra
de agua y la trucha. |
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